Es indudable que la manera en la que nombramos a las personas con las que trabajamos es cada vez más importante, y con ello, surgen nuevas oportunidades de crear un sentido de pertenencia laboral.
¿Se ha demeritado el ser trabajadores? ¿Ser empleados nos resulta menos valioso? En este artículo profundizaremos en estas cuestiones y te proporcionaremos las claves para lograr esa claridad en tu empresa y afianzar la retención del personal.
Las etiquetas pueden ser realmente útiles para distinguirnos de los demás. Sin embargo, cuando se busca que nuestro equipo de trabajo tenga un verdadero compromiso con la empresa, es común el uso de ciertos términos que pueden causar confusión o expectativas equivocadas. Por ello, primero distinguiremos algunos conceptos básicos:
Actualmente, se suele hablar de un colaborador como alguien en quien no recaen responsabilidades ni goza de derechos laborales, pero en realidad, este término refiere a toda persona que no esté “obligada” a trabajar bajo una estructura jerárquica.
Para ellos, existe un factor prioritario, que es lograr un objetivo común, a través de la contribución de su conocimiento y habilidades. Un ejemplo de esto son los consultores y asesores, que son personas externas a la organización para la que prestan sus servicios, tienen más flexibilidad de horarios, y trabajan por proyecto o tiempo determinado.
Las expectativas que se tiene de un colaborador es que pueda tomar decisiones y resuelva problemas de manera eficiente y efectiva, y sea capaz de encontrar los puntos débiles en las operaciones de la empresa.
La cultura pop, especialmente el humor satírico hacia el medio laboral, ha jugado un papel determinante en la percepción despectiva de este término, aunque por sí mismo, no conlleva ninguna connotación negativa.
Por el contrario, ser un empleado dentro de una organización permite tener un contrato con la empresa y acceder a beneficios y derechos laborales en México, como vacaciones pagadas, aguinaldo al final del año, reparto de utilidades, y seguros sociales o de vida.
Por supuesto, como parte de sus obligaciones, un empleado debe trabajar durante un horario fijo y responder ante una persona superior en la jerarquía de la organización. Además, al firmar un contrato con una empresa, el empleado tiene bien definidas sus tareas y actividades, así como ciertas políticas y procedimientos que debe seguir.
Como ves, la realidad es muy diferente a la percepción común en nuestro país, y es que, en algunas organizaciones puede considerarse a una figura como más importante o valiosa que la otra. Por el contrario, deberíamos pensar en que ambos, tanto colaboradores como empleados, contribuyen a los procesos y el éxito de las empresas.
Aunque estas sean las definiciones estándar, es claro que llamar a alguien tu “colaborador” tiene una connotación más positiva e integradora que decirle “trabajador”. Si bien el uso de estos términos pueden seguir cambiando, es vital que continuemos buscando formas de empoderar a nuestros equipos, para que sean capaces de reconocer su aportación individual y colectiva a los objetivos de la empresa.
La motivación es fundamental para cualquier persona, dentro o fuera de una empresa: brinda sentido de pertenencia, espíritu de liderazgo y compromiso. Es importante reconocer el valor de cada tarea, y promover un ambiente laboral inclusivo y seguro para enfrentarse a cualquier desafío.
En Senda Citi, preferimos llamar “colaboradores” a los miembros de nuestro equipo de trabajo, pues son una pieza clave sumamente fundamental para nuestro éxito.
Ahora bien, si buscas otras formas para referirte a tu equipo, puedes promover términos como “compañero”, “colega”, “miembro del equipo”, o bien, optar por llamarles por su título académico, o simplemente por su nombre de pila.
A fin de cuentas, lo que se busca es darle a las personas el valor y reconocimiento que se merecen. Para ello, también existen otros medios para proveer beneficios, por ejemplo, a través del transporte de personal, como una prestación determinante a la hora de elegir empleo.
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